Autora: Ángela Medrano.
Córdoba se convirtió los días 16 y 17 de octubre de 2025 en un auténtico hervidero de conocimiento y reflexión sobre la administración pública.
La cuarta edición del Congreso de Control Interno Local (CCIL), organizada por la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) y la Diputación de Córdoba, con la colaboración de entidades públicas y privadas, demostró una vez más que el control interno no es un conjunto de trámites fríos y burocráticos, sino un motor fundamental para una administración más eficiente, transparente y cercana a la ciudadanía.
El congreso arrancó con la intervención de Pablo Arellano Pardo, Interventor General de la Administración del Estado. Su ponencia dibujó el panorama estratégico del control interno, abordando no solo los retos de cumplimiento, sino la necesidad de anticipar riesgos y aprovechar la innovación como palanca de transformación; “el control interno deja de ser un fin y se convierte en una herramienta para garantizar servicios públicos de calidad”.
A continuación, Enriqueta Chicano Jávega, presidenta del Tribunal de Cuentas, ofreció una mirada reflexiva sobre la fiscalización local. Hizo hincapié en la importancia de la rendición de cuentas y en cómo la supervisión rigurosa puede coexistir con la flexibilidad operativa necesaria en los municipios. Su intervención recordó que la transparencia es también un acto de confianza hacia la ciudadanía, y no solo un requisito administrativo.
No faltaron los representantes políticos de la mano del alcalde de Córdoba, José María Bellido y el presidente de la diputación provincial de Córdoba, Salvador Fuentes, ambos remarcaron la importancia y el valor del rol de los agentes y servidores públicos dedicados al control interno a la hora de ser rigurosos, hacer seguimiento objetivo de los resultados económicos y, en consecuencia, ayudar a la toma de decisiones para una administración realmente eficiente y eficaz.
El congreso, en sus varias salas y a través de sus más de 25 ponentes resultó ser un repaso por la diversidad de enfoques prácticos, pero también estratégicos del control interno.
Así, por ejemplo, María José Fernández Domínguez, Interventora general de Boadilla del Monte aportó su reflexión de entender el rol del interventor como un colaborador y no como un interruptor de las políticas presupuestarias y económicas de las administraciones.
También muy aplaudida y valorada fue la intervención de Inmaculada Molas, que se centró en relatar cuáles son las banderas rojas que deben alertar al interventor para, precisamente, parar a analizarlas y ser capaz de transmitir al alcalde las soluciones y propuestas de mejora oportunas en cada caso.
Se iban sucediendo las ponencias y bloques de contenido con ejemplos concretos sobre la implementación de nuevas normativas presupuestarias y la integración de procesos digitales para mejorar la eficiencia. Las diferentes exposiciones evidenciaron que el control interno y la gestión presupuestaria no son mundos separados, sino engranajes de un mismo sistema que requiere coordinación y datos fiables.
También pudimos escuchar hablar y mucho del necesario análisis y la trazabilidad del dato o de la correcta ejecución de los fondos poniendo evidencia en cómo la administración local juega un papel clave en la gestión de recursos estratégicos para el país. Los asistentes pudieron comprobar que los riesgos no son solo contables: afectan directamente al servicio que reciben los ciudadanos.
Durante las jornadas tuvimos acceso al conocimiento de experiencias y buenas prácticas en diferentes comunidades autónomas, abordando la interoperabilidad entre diferentes entidades y cómo la estandarización de procesos puede mejorar notablemente la eficiencia del sector público.
No podíamos faltar a esta cita.
Berger-Levrault estuvo presente porque nuestra misión es acompañar a las administraciones públicas en la modernización de sus procesos y en la digitalización también de la gestión del control interno.
En nuestras conversaciones con los organizadores, ponentes y asistentes, clientes y no clientes, tuvimos la oportunidad de resolver algunas dudas sobre herramientas que integran datos, facilitan auditorías y promueven la eficiencia, contribuyendo al modelo de administración más ágil, seguro y centrado en el ciudadano que todos ansiamos.
Nuestra representación y participación sirvió una vez más de puente entre el conocimiento experto y las prácticas innovadoras, ofreciendo perspectivas sobre cómo la digitalización puede traducirse en resultados medibles para la gestión local.
Para mí acudir a este congreso, a este encuentro, ha sido toda una revelación, pues lo técnico se vuelve humano, los datos cobran sentido y la innovación deja de ser una palabra de moda para convertirse en una necesidad estratégica.
Me he traído mucho más que notas y contactos: me llevo historias de transformación, compromiso y creatividad en un sector que muchos aún perciben como rígido.
Córdoba nos recordó que la administración pública puede, y debe, ser eficiente, transparente y valiente, y que las alianzas con actores como Berger-Levrault siguen siendo fundamentales para hacer realidad esa visión.