Por Ángela Medrano

Diego Armesto no necesita grandes proclamas para defender la transformación digital. Su tono es sereno, técnico y profundamente honesto. Con 25 años de carrera en la administración pública y actualmente interventor adjunto en la Diputación de León, representa a una generación de profesionales que conocen cada engranaje del sistema y que valoran, por encima de todo, que las cosas funcionen.

“La mejor noticia es que no haya problemas y que te enteres lo menos posible”, resume. Y esa fue precisamente su experiencia con la migración a la nube del Proyecto Next de Berger-Levrault.

Una trayectoria al servicio del rigor

Armesto se define como un funcionario de la vieja escuela. “Soy un funcionario tradicional, de los que han accedido por oposición y se han formado desde dentro”, explica. Comenzó su carrera en el Ayuntamiento de Villaquilambre, donde ejerció durante más de una década, para después incorporarse a la Diputación de León, donde hoy forma parte de un equipo de intervención compuesto por cuatro interventores y una treintena de personas.

Su área principal es la contabilidad, una de las dos grandes ramas, junto con la fiscalización, que vertebran la intervención. “En los ayuntamientos pequeños estás en todo; aquí eres una pieza más de una maquinaria más grande. Tienes que hacer tu trabajo, hacerlo bien, pero sabiendo que formas parte de un conjunto mayor”, señala.

El origen de un cambio necesario

El impulso para migrar a la nube no vino de su departamento, sino del área de informática. “No fue una decisión nuestra, pero era evidente que había que hacerlo. Teníamos las bases de datos en servidores locales, con todos los riesgos y limitaciones que eso implica”, explica. La motivación fue técnica: seguridad, estabilidad, actualización constante. “Sabes que hay empresas especializadas encargadas de custodiar tus datos. Y eso da tranquilidad.”

Lo que podría haber sido un proceso traumático se convirtió en una transición fluida. “Desde el punto de vista del usuario, no hay apenas diferencia. La herramienta sigue siendo la misma, solo que más robusta y con menos preocupaciones.”

No hay que tener miedo. Migrar a la nube no es cambiar de herramienta, es mejorar la que ya tienes. 

Y si el proceso se hace bien, como en nuestro caso, ni te enteras.

 

Diego Armesto, interventor adjunto

Diputación de León

Migrar sin fricciones: beneficios reales

“La migración de los datos se hizo bien, sin pérdida, y con paradas mínimas. Fueron días de ajuste, no semanas de caos”, recuerda. Una vez en la nube, la ventaja más inmediata fue la tranquilidad: actualizaciones sin intervención manual, continuidad del servicio y la garantía de que el sistema se mantiene operativo.

Además, destaca la ventaja de trabajar desde una plataforma integrada. “Accedes con una única identificación a todas tus herramientas. Es más ágil y más cómodo”, apunta. Y lo más importante: el cambio no generó resistencias internas mayores. “Los funcionarios tendemos a preferir que nos dejen como estamos, pero este paso no fue traumático. A los efectos prácticos, no cambió nada en nuestra forma de trabajar.”

Uno de los aspectos que Armesto valora especialmente del Proyecto Next es el equipo humano. “Tuvimos técnicos de Berger-Levrault trabajando físicamente en nuestras oficinas durante semanas. Gente muy competente, cercana, resolutiva. Eso marca la diferencia”, afirma.

Desde el punto de vista del usuario, no hay apenas diferencia. La herramienta sigue siendo la misma, solo que más robusta y con menos preocupaciones.

 

El acompañamiento no solo fue técnico, también emocional. “En una migración, el miedo es natural. Tener a alguien que te guía, que responde, que da la cara, cambia por completo la experiencia.” Reconoce que, tras esa primera fase, el soporte técnico pierde algo de personalización. “Cuando pasas al sistema general de soporte, dependes mucho de quién te atiende. Hay buena disposición, pero echo de menos más conocimiento técnico en algunos casos que dotaría de más rapidez al proceso en ese punto.”

Las incidencias más habituales suelen darse en herramientas con estructuras más cerradas, como la de gestión de subvenciones. “A veces surgen mensajes difíciles de interpretar y eso complica el trabajo del día a día”, señala. En este sentido, propone como mejora seguir reforzando la formación técnica del equipo de soporte y asegurar cierta continuidad en los interlocutores para facilitar una atención más ágil y eficaz.

La nube como apuesta de futuro

Armesto tiene claro que este tipo de cambios son inevitables. “Venimos de grabar contabilidades en disquetes. Esto es otra liga. Y lo importante es que ahora una migración no te obliga a parar el mundo ni a volver a empezar de cero.”

La migración de los datos se hizo bien, sin pérdida, y con paradas mínimas. Fueron días de ajuste, no semanas de caos

 

Cuando piensa en el futuro, desea una administración más ágil. “Somos una casa grande, con muchos actores interviniendo en todo. A veces eso nos ralentiza. Necesitamos procesos más fluidos”, plantea.

En ese camino, considera clave la colaboración público-privada. “Las herramientas contables son el filtro por el que pasa toda la actividad. Y si no funcionan bien, no pagas facturas, no gestionas bien. Por eso el partner tecnológico tiene que estar a la altura.”

Un mensaje claro a otras entidades

Su mensaje para otras diputaciones o ayuntamientos que aún dudan: “No hay que tener miedo. Migrar a la nube no es cambiar de herramienta, es mejorar la que ya tienes. Y si el proceso se hace bien, como en nuestro caso, ni te enteras.”

Porque al final, como él dice, “si tienes recuerdos de una migración, es mal síntoma”. Lo ideal, concluye, es que ocurra en segundo plano, sin ruido, sin traumas. Que simplemente funcione.